El espejo más honesto
No hay truco, el mundo te trata como tú te tratas a ti mismo.
Piénsalo, si te hablas con dureza, si te exiges más de lo que te cuidas, si te miras al espejo y solo ves tus defectos… eso es lo que proyectas. Y aunque no lo digas, los demás lo perciben.
El amor propio no es ego, es el estándar mínimo de cómo quieres que te traten los demás. Es el lenguaje silencioso que dice: “Esto es lo que merezco”.
No puedes esperar que alguien más te dé lo que tú mismo no te das:
Si no te respetas, los demás cruzarán tus límites.
Si no te escuchas, tu voz será ignorada.
Si no te cuidas, te desgastas física y emocionalmente.
Amor propio es levantarte cada mañana y decirte: “Me trato bien porque me lo merezco”, no porque ya lo hayas logrado todo con éxito, sino porque lo necesitas para seguir creciendo y logrando tus metas.
Y aquí está la verdad incómoda: la forma en la que caminas, hablas y hasta sonríes es un reflejo de lo que te dices cuando nadie te escucha, esa conversación que todos tenemos con nosotros mismos en las noches por ejemplo, te invito a observarla.
No se trata de fingir confianza, autoestima, autocuidado, se trata de practicarlos todos los días, hasta que dejen de ser un acto y se conviertan en tu naturaleza.
Así que, antes de pedir más amor, más respeto o más compasión del mundo…
Empieza por dártelo tú mismo.
Em yoga se le llama “Ahimsa” la no violencia, empezando por cómo nos hablamos a nosotros mismos.