Lo que aprendí de mi papá sobre quién quiero ser…
Mi papá trabajó muchos años en la banca, era disciplinado, práctico, un hombre que sabía cómo resolver problemas en medio de la presión pero lo que más me marcó no fue eso, fue lo que hizo después.
Cuando se jubiló, en lugar de retirarse del mundo profesional, eligió reinventarse. Se dedicó a la parte académica, a dar asesorías, a enseñar. Y ahí descubrí otra faceta suya, la del maestro que todos querían tener cerca, era querido por sus alumnos, buscado por colegas, admirado por su capacidad de dar un consejo simple y sabio al mismo tiempo.
Yo lo veía y pensaba, qué increíble poder dejar esa huella en la gente, no desde un escenario enorme ni con discursos rimbombantes, sino en el uno a uno, en la relación cercana, en esa confianza que hacía que otros vinieran a él buscando claridad.
Hoy entiendo que, de alguna manera, hago lo mismo.
Escucho, acompaño, hago preguntas que abren caminos y me emociona sentir que, sin planearlo, llevo un pedacito de él en lo que hago.
Porque la influencia de un papá no es solo lo que nos enseñan con palabras, es lo que nos transmiten con su forma de estar en el mundo.
En mi caso:
La practicidad para no complicar lo que no tiene que complicarse.
La sabiduría de escuchar más de lo que hablas.
La certeza de que siempre puedes reinventarte, incluso después de una carrera larga en otra cosa.
Y aquí viene lo importante, cada uno de nosotros lleva pedazos de esa herencia, a veces nos peleamos con ella, a veces la abrazamos pero cuando la entendemos, encontramos un espejo poderoso de quién somos y quién queremos ser…
Yo quiero ser como mi papá. No idéntica, porque yo tengo mi propio camino, pero sí quiero ser esa persona a la que otros recurren cuando necesitan claridad, apoyo, consejo, esa persona que transmite calma y perspectiva en medio del caos.
Así que te dejo esta pregunta para hoy…
¿Qué de lo que eres hoy viene de tu papá o de tu mamá?
Y ¿qué parte de esa influencia te gustaría honrar y seguir construyendo en tu propia vida?
Porque al final no se trata de repetir sus pasos, sino de reconocer el regalo que nos dejaron para caminar los nuestros.